En un contexto empresarial en el que la irrupción de las tecnologías, me refiero sobre todo a las basadas en datos, inteligencia artificial, etc. están siendo determinantes en el desarrollo de los negocios, debemos prestar es máxima atención a si estamos desarrollando el entorno adecuado para que las personas que conforman los equipos de trabajo no desequilibren la delicada balanza entre inteligencia artificial e inteligencia humana.
Al igual que ninguna empresa se libra de la necesidad de adoptar la tecnología para ser competitivo; ninguna se libra tampoco de enfrentarse al reto de captar y capacitar a las personas para que gestionen dichas tecnologías y pongan la maquinaria del negocio a rodar.
De hecho, aunque en primeras etapas sea la propia tecnología la que nos aporta un valor diferencial y relevante, difícilmente éste se mantendrá en el tiempo; y sin embargo, sí que podremos capitalizar esa ventaja, si conseguimos que las personas, los equipos, las impulsen, la desarrollen y le saquen chispas.
La innovación pasa inevitablemente por las personas. La pregunta es:
¿Tenemos el entorno adecuado para fomentar el desarrollo del talento innovador?
¿Es la nuestra una cultura innovadora?
¿Somos capaces de capacitar a las personar para su desempeño a la velocidad que exige un contexto que avanza tan rápido?
No es un dilema menor y es un reto al que muchas empresas se están teniendo que enfrentar.
Puede ser cuestión de ritmos. Ritmos o velocidad de aprendizaje. Que si la innovación tecnológica irrumpe y nos arrastra como un tsunami, la capacidad de coger esta ola y surfearla lleva tiempo de aprendizaje, de adaptación y de un entorno propicio que active los comportamientos internos necesarios para llegar a mantener el equilibrio sobre ella.
Acompasar estos ritmos es complejo, más aún si la nuestra cultura de marca/negocio no está definida y preparada para ello. Es importante crear el entorno y ambiente propicio para que los comportamientos necesarios se hagan realidad y la transformación ocurra desde dentro hacia fuera, esto es desde la transformación de las personas a la transformación del negocio, para ser competitivos en mercados cada vez más exigentes.
Marcar un buen ritmo para el aprendizaje es importante.
Construir una marca que nos ayude en el camino también.
A mejores marcas, mejores relaciones, mejores negocios.