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A menudo nos encontramos con departamentos de sostenibilidad que necesitan justificar su existencia. Porque todavía se asocia la sostenibilidad casi en exclusiva con reciclar más, reducir emisiones o compartir coche al trabajo. Son prácticas valiosas, sí, pero quedarse sólo en ellas es reducir la conversación a la superficie.

Lo que a veces se olvida es que ningún programa verde resiste si el negocio no se sostiene en el tiempo. Sin estabilidad económica y organizacional, no hay green que aguante.

Sostenibilidad viene de sostener. Y algo se sostiene con muchas manos. Con equipos que avanzan hacia objetivos comunes, que contribuyen desde la diferencia de roles, y que se mueven dentro de los límites que marcan los valores compartidos.

Una organización es sostenible cuando su equipo está alineado a impulsar los objetivos de negocio. Es, también, una cuestión de cultura: de cómo la dirección consigue que las personas trabajen en torno a una visión compartida. De cómo se construye una marca interna que dé sentido al trabajo cotidiano y conecte con los principios que definen la organización. Cuando esa base está firme, el equipo no solo ejecuta: impulsa, amplifica y hace posible que la estrategia se traduzca en impacto real.

Porque al final, la sostenibilidad no solo se mide en huella de carbono. También en la capacidad de un negocio de perdurar, prosperar y generar valor: hacia dentro, hacia fuera y hacia adelante.

For Better Business,
Better Culture.