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Hace ya un tiempo que hubo una gran eclosión de propósitos y retóricas varias respecto al tema inundando el muro de LinkedIn y otros canales.

Parece que la burbuja se ha desinflado, como ocurre habitualmente en estrategias y tendencias de gestión de las marcas o negocios. No obstante nos parece una opción más que interesante dejar la puerta abierta a trabajar desde una estrategia basada en el propósito.

¿Por qué?
Esa es precisamente la pregunta que se pueden hacer los clientes cuando optan por una marca u otra, y en la respuesta puede estar encerrada la razón de su preferencia, el motivo por el que nos elijan y que trasciende al qué (producto o servicio) o al cómo lo hacemos, para alcanzar una dimensión mayor y más profunda, ¿por qué hacemos lo que hacemos? O mejor aún, y trasladándole el valor al cliente ¿para qué lo hacemos? ¿qué beneficio obtienen de nuestro propósito?

Los estudios ratifican que las empresas con un propósito definido y capaces de hacerlo realidad son más sostenibles y crecen por encima del resto. (importante que no se trata de una mera declaración de intenciones)

Ahora, hagámonos la misma pregunta poniendo al Talento en el centro de la ecuación, al igual que ponemos al cliente.
¿Por qué deberías trabajar en mi compañía en vez de en otra? ¿Puede ser ese “para qué” hacemos las cosas en esta compañía una razón relevante por la que prefieras trabajar con nosotros?

En un momento tan delicado en el que la competitividad sostenible de los negocios pasa por la capacidad de tener a las mejores personas, todo argumento que conecte con ellas será importante.

Tener definido un propósito que trascienda a la propia empresa y que aporte valor social, humano, medioambiental o lo que toque, puede ser la motivación para que seamos la opción preferente de quien opta por una compañía u otra, o motivo de orgullo y especial dedicación de quien ya trabaja con nosotros.

Pero en fin, no nos engañemos, construir un propósito y que realmente permee y se haga efectivo para todos los stakeholders no es tarea fácil. Y por supuesto tampoco la solución a todos los problemas, menos aún al déficit de talento al que al parecer nos enfrentamos. Que nadie quiere estar trabajando en malas condiciones o con un salario inapropiado por muy “Patagonia” que seas.

Donde más vemos brillar al propósito es cuando se convierte en el norte de la cultura corporativa y se funde con ella, y se vive y se infiltra en las acciones y decisiones de una compañía.

Cuando las personas trabajan con el propósito como guía, los resultados del negocio son mejores, porque cuando una sabe para qué hace lo que hace, y qué es lo que está aportando con su labor, responde a una de las preguntas más humanas que vive en el interior de cada uno de nosotros, ¿Para qué estamos aquí o existimos?

Responder a una pequeñita porción de este dilema filosófico universal hará de las compañías un lugar mejor donde trabajar, y mejorará el desempeño y crecimiento de las personas en el entorno de trabajo.

Como siempre, porque a mejores marcas, mejores relaciones y mejores negocios.

Propósito
(al talento) _______________ Motivación por hacer mejor mi trabajo. Preferencia por una compañía u otra para trabajar.

Propósito
(al cliente) ________________ Preferencia por productos o servicios de una marca, debido a conocer su “porqué” o “para qué”.